LUCÍA CARBALLEDA mirando a CRISTINA FERNÁNDEZ NÚÑEZ
Cristina Fernández Núñez (Vigo, 1971) es licenciada en Bellas Artes por la Universidad Complutense de Madrid. Especializada en restauración de pintura, ha compaginado esta faceta con la docencia y la creación artística. Su obra ha sido seleccionada en diferentes certámenes -como el de Artes Plásticas Internacional de Valdepeñas- y ha recibido entre otros premios la medalla de honor en la Bienal de Arte do Morrazo.
Para entender su pintura tenemos que hablar en primer lugar de dualidad. Aquella que se encuentra entre el espacio abierto y el acotado, la luz y la oscuridad, lo real y lo representado, lo visible y lo que no se ve. Además de su gusto por los contrastes, existen en su trabajo una serie de aspectos que configuran el sólido discurso de la artista viguesa.
Desde sus primeras obras se hace patente su interés por lo cotidiano. Así queda reflejado en su obra “Subcity” (2003) -que da nombre al catálogo de la exposición celebrada en la galería DUA-2 de Vigo- y en cuya naturaleza muerta protagonizada por vasijas encontramos la influencia de Morandi. A este último aspecto alude la crítica y comisaria Mercedes Rozas, así como al significado que adquieren en la pintura de Cristina puesto que “los recipientes actúan como rascacielos”, como el skyline de un suburbio, de ahí el nombre de esta serie.
Lo femenino quedará establecido también como parte de su temática desde sus obras más tempranas, “Entretelas” (2005) -expuesta en el Centro Social Caixanova de Vigo- es un ejemplo de ello. Con esta serie cierra una etapa e inaugura una nueva a partir de la cual hará uso de materiales diversos -tela, aguja e hilo entre otros- y en la que la autora introducirá juegos ópticos y de percepción que ya no abandonará.
Otro de los grandes elementos esenciales en la obra de Cristina lo constituye el espacio, tanto el libre como el acotado. En su exposición “Listen: Silent” (2011)- celebrada en la Casa de Galicia en Madrid- encontramos paisajes naturales donde comienza a percibirse el esbozo de una retícula, unas líneas que invaden la naturaleza.
En su proyecto posterior “In & Out” (2016) -seleccionado por la Comisión Europea y expuesto en el edificio Madou de Bruselas- asistimos a la dicotomía naturaleza versus arquitectura urbana.
“Sombras visibles” (2019) fue proyectada por la artista para la galería compostelana Federica No Era Tonta. En esta serie la proyección de la sombra de diferentes plantas recortada sobre una superficie configura las composiciones. Asistimos aquí a la representación de la sombra como “forma total”, reflejando la silueta de diferentes elementos vegetales. Además encontramos otra de las características más definitorias de la viguesa, el componente literario, que cobra en esta serie un mayor protagonismo.
El formato adquiere una mayor dimensión que Fernández Núñez utiliza como soporte para reivindicar la figura de la mujer y su talento. En su obra “Camile Claudel” aporta datos biográficos de esta escultora para sacarla de la penumbra y de su papel de pupila-amante-musa de Rodin.
En la misma serie Cristina acomete lo que después ha venido en llamarse sus “cajas de luz”. Se trata de una serie de piezas en tres dimensiones, donde la imagen es objetualizada y a través de la cual se establece un juego performativo con el espectador. “Butterfly” es una enredadera de tela sobre papel que se encuentra dentro de una caja de madera y cristal. Para dramatizar el juego de sombras, la artista incorpora un pequeño foco con luz led de quita y pon. Según dónde decidamos colocar esa luz la pieza proyectará diferentes sombras y en diferentes direcciones.
“Ventana de socorro” (2019) es una de sus series más recientes. Aquí se retoma el paisaje y el aspecto literario. En este caso encontramos un texto en un primer plano que puede leerse con nitidez sobre un paisaje en nebulosa, en segundo término. Es la mirada de la artista hacia el exterior desde el interior de la ventana de un tren. Una imagen en movimiento que se difumina. Con este gran lirismo Cristina representa el tiempo y la imposibilidad de detenerlo, de aprehenderlo.
Su último trabajo -“Portraits”- diseñado ad hoc para La Pared Roja de La Fábrica en Madrid, retoma muchas de las técnicas cultivadas desde el inicio de su carrera -grafito, collage, impresión digital o acuarela-. Además encontramos otro de sus motivos predilectos, la mosca. Insecto cotidiano donde los haya, funciona como una vanitas -pues nos habla de la brevedad de las flores que pronto se marchitarán- y a la vez propone un juego de percepción: ¿está la mosca representada o posada sobre el papel? Así flora y fauna protagonizan su última serie donde las sombras dan paso a la representación explícita y a la materialidad del collage como podemos apreciar en “Falling in…” o en “Se-lección”.
Destaca su pieza “Las modelos”, en la que algunas polillas son de papel recortado quedando sueltas entre el marco y el cristal. Aquí, además de repetirse el aspecto performativo -pues cada vez que la obra sea manipulada ésta cambiará al moverse las polillas en su interior y cambiar de posición- la autora introduce por primera vez el componente cinético. Tiene esto último mucho que ver con la pintura de Cristina Fernández Núñez, que nunca se detiene y con la actitud de la autora, siempre en constante evolución.
Ajustes de cookies
Cristina Fernández Núñez.
Lucía Carballeda Suárez.